Había una vez un niño llamado Pedro, que estaba muy emocionado porque sus papás le habían prometido llevarlo a la playa. Pero lo que más ilusionaba a Pedro era poder llevar a su fiel amigo, su perro Max. Max era un perro muy juguetón y amigable, y siempre estaba dispuesto a acompañar a Pedro en todas sus aventuras. Llegó el anhelado día y la familia de Pedro partió hacia la playa. El sol brillaba en el cielo y el mar lucía de un intenso color turquesa. Max no podía ocultar su emoción, movía su cola de un lado a otro mientras asomaba la cabeza por la ventana del auto.