Synopsis
Algodón, un caballito hecho de nubes, sueña con visitar la Tierra y jugar con los niños. Tras una aventura llena de alegría y un encuentro desafortunado, aprende una valiosa lección sobre la amistad, el perdón y la importancia de ser cauteloso, regresando a casa con el amor de su madre y un espíritu aventurero intacto.
Había una vez, en un cielo pintado de mil colores pastel, un caballito hecho de nubes. No era un caballito común y corriente. Este, se llamaba Algodón, y tenía una melena de arcoíris y ojos brillantes como estrellas fugaces. Algodón vivía en una nube grande y esponjosa, junto con su mamá, una nube sabia y gentil que le contaba historias de la Tierra.
Algodón soñaba con bajar a la Tierra. Escuchaba las historias de su mamá sobre niños jugando, ríos cantando y flores bailando con el viento. Quería sentir el sol en su suave cuerpo de nube y ver con sus propios ojos todas las maravillas que su mamá le describía.
Un día, Algodón le preguntó a su mamá: "Mamá, ¿puedo ir a la Tierra? Quiero conocer a los niños y jugar con ellos."
Su mamá, aunque preocupada, no quería apagar su espíritu aventurero. "Hijo mío," dijo con voz suave como el arrullo del viento, "la Tierra es un lugar hermoso, pero también puede ser peligroso. Debes tener mucho cuidado y siempre recordar que eres un caballito de nube."
Algodón, emocionado, prometió ser cuidadoso. Su mamá le dio un pequeño cascabel mágico. "Este cascabel te protegerá," le dijo. "Si estás en peligro, hazlo sonar y yo vendré a ayudarte."
Con el cascabel atado a su cuello, Algodón se despidió de su mamá y saltó de la nube. ¡Qué sensación tan maravillosa! Se sentía como flotar en un mar de aire fresco. Mientras descendía, veía el mundo hacerse más grande y más colorido.
Finalmente, llegó a un parque. Vio niños riendo y jugando a la pelota. Se acercó tímidamente. Los niños, al verlo, quedaron asombrados. Nunca habían visto un caballito de nube.
"¡Miren! ¡Un caballito de nube!" gritó una niña con coletas rojas.
Algodón se acercó y les dijo: "Hola, soy Algodón. Vengo de las nubes. ¿Puedo jugar con ustedes?"
Los niños, fascinados, aceptaron de inmediato. Jugaron al escondite entre los árboles, corrieron carreras en el césped y hasta Algodón los llevó a dar un pequeño paseo por el aire. Los niños se reían a carcajadas mientras Algodón los elevaba suavemente.
Pero la alegría no duró mucho. Un niño travieso, envidioso de la atención que Algodón recibía, decidió gastarle una broma. Tomó un cubo lleno de agua y se lo arrojó a Algodón.
El agua, al tocar el cuerpo de nube de Algodón, comenzó a deshacerlo. Algodón sintió un dolor agudo y empezó a llorar. Los niños, asustados, se apartaron.
Algodón, desesperado, recordó el cascabel mágico. Lo agitó con todas sus fuerzas. El cascabel sonó fuerte y claro, llegando hasta las nubes.
La mamá de Algodón escuchó el llamado de su hijo y, al instante, descendió del cielo. Al ver a Algodón deshecho y llorando, sintió una gran tristeza.
Con su suave aliento, la mamá nube rodeó a Algodón y comenzó a recomponerlo. Poco a poco, Algodón volvió a ser el caballito de nube que era antes.
La mamá nube, enojada, regañó al niño travieso y le explicó que no debía lastimar a los demás. El niño, arrepentido, pidió perdón a Algodón.
Algodón, aunque triste por lo sucedido, perdonó al niño. Aprendió que no todos son buenos y que hay que ser cuidadoso.
La mamá nube decidió que era hora de regresar a casa. "Algodón," dijo, "has aprendido una valiosa lección. Es hora de volver a las nubes."
Algodón se despidió de los niños, prometiéndoles que algún día volvería. Subió a la nube junto a su mamá y juntos regresaron al cielo.
Desde entonces, Algodón sigue viviendo en las nubes, pero nunca olvidó su aventura en la Tierra. A veces, cuando ve a niños jugando, les envía una lluvia de estrellas fugaces como recordatorio de que siempre estará allí, un caballito de nube que los cuida desde el cielo. Y aunque aprendió a ser cauteloso, nunca perdió su espíritu aventurero ni su deseo de conocer el mundo. Algodón supo que, a pesar de los peligros, la Tierra estaba llena de maravillas y que la amistad, el perdón y el amor eran las cosas más importantes de todas. Y así, el caballito de nube siguió soñando con nuevas aventuras, siempre con el cascabel mágico a su lado y el amor de su mamá en su corazón de nube.
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